martes, 28 de febrero de 2012

Memento Mori / Memento Mori

Memento mori

Al ser humano,
 que la seguridad nos haga dudar.

Leía un buen libro, pero constantemente era distraído por la hermosa joven que freía papas fritas casi enfrente de mí; era alta y parecía divertirse haciendo de las suyas con la freidora, logre ver como metía perversamente un twinky en aquella máquina, al ver esto creí que era una chica curiosa y sonreí, pero nada me tenía preparado para ver que después de un rato engullía el twinky frito con morboso placer. Cerré el libro, tenía que irme de ahí o averiguar lo qué sucedía. Me dirigí hacía su puesto y tomé un menú de papel, hice como que lo leía y lo devolví a su lugar; pedí un refresco, me atendía una pelirroja de enormes pechos, pero yo no dejaba de ver que a lado su amiga continuaba felizmente con su trabajo. La pelirroja se quedó un poco desconcertada al ver que no la miraba, me preguntó si me gustaba su amiga. Volví súbitamente el rostro y me sonrojé, le pagué el precio del refresco. ”No te preocupes creo que eres su tipo, si le vas a hablar te conviene hacerlo de una vez, la plaza comercial se llena en dos horas y no tenemos descansos hasta las dos” me dijo la pelirroja. Me le quede viendo y sonreí, me devolvió la sonrisa, hizo una seña con su dedo y con la otra mano se dirigió a su amiga , le dijo algo al oído y la chica alta se me quedo viendo, después miró a su amiga, acabó de sacar unas papas y apagó la freidora, se acercó a mí, yo seguía sonrojado con mi libro en una mano y mi refresco en la otra; “si, qué quieres” dijo la chica alta con voz burlona, observé a la pelirroja que no se iba y esperaba mi respuesta al lado de su amiga. “Te he visto desde hace rato, eres muy atractiva” le contesté y le sonreí (yo solo quería saber que había hecho con el twinky), la chica alta se sonrojó, su amiga la miró, hizo una mueca y se fue al otro lado del puesto. La chica alta aún no sabía que responder, y al ver a su amiga partir se vio indefensa pero siguió mirándome y sonreía. “Lo siento, no quiero parecer un tonto, pero creo que lo soy, te vi hace rato friendo un twinky, no te estoy cuestionando solo quiero saber qué demonios paso ahí. Tienes algún problema o soy yo el que no entiende porqué lo hiciste. Si de alguna manera puedo ayudarte con mucho gusto lo haré. Tengo un tío psicólogo muy recomendado, y si la situación es de otra índole también tengo un padre psiquiatra...” le dije en forma sincera y seria. Ella me miró como si yo fuera el loco, luego sonrío, tomó mi libro y leyó la parte trasera de mi libro (Filosofía para principiantes de Platón hasta hace rato, Rius) : “...Abra su mente, no se quede en lo que usted “ya sabe”: Acepte y razone las cosas, aunque choquen con lo que usted ya crea...”. Me quedé callado, ella me devolvió el libro, prendió la freidora, que empezó a burbujear casi instantáneamente, tomó un twinky del paquete, que horas antes ya había pagado en alguna tienda, lo metió en la freidora, esperó un momento, lo sacó, me lo dio y dijo: “Aquí lo tienes, todo tuyo”. Mi cara era de horror pero por el bien de ella aceptaría involucrarme en su locura. Tomé el twinky, seguía caliente y le di una mordida, la lengua me picaba, se oyó el crujido en la mordida, y el relleno cremoso salió. Estaba delicioso.

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