martes, 6 de marzo de 2012

Memento mori / Vita Dies

Vita Dies
 "-¿Sabías, Fulgor, que ésa es la mujer más
hermosa que se ha dado sobre la tierra?
Llegué a creer que la había pedido para siempre.
Pero ahora no tengo ganas de volverla a perder." 

-Juan Rulfo, "Pedro Páramo"

 El alcohol hace arder mi rodilla, me retuerzo un poco, pero el dolor permanece. ”Después de hoy nada será como solía ser...” me digo una y otra vez en mi mente. Cerca de aquí hay un puente, tal vez me pueda arrojar, pero la caída no es muy profunda y quizá logre sobrevivir. Mi padre tiene un arma, pero no se usarla (nunca me enseño). Será en otra ocasión, en este momento lo único que me interesa es esconder el cuerpo; lo mejor será quemarlo y enterrar el resto; es muy pesado y me cuesta moverlo, con razón a mi madre le gustaba; es guapo, tengo que admitirlo, piel blanca, fornido y con ojos verdes, todas las mujeres que conozco, incluso mis amigas hablaban de lo guapo que era, aveces preguntaban “Porqué no te pareces a él”, pero no quería responder, y al fin y al cabo yo tampoco lo entendía, mi madre y yo somos de la misma raza, pero aún así no nos parecemos, ella es una india, lo que hace de mí un mestizo. Estoy muy cansado, quiero dormir. No lo logro, me quedo dormido y sueño; sueño que hay una gran reunión y todos están felices bebiendo y platicando, incluso está el cura que viene de vez en cuando a dar misa en la iglesia, a todos los conozco, pero me sorprendo de ellos, están vestidos muy elegantes y limpios. “Nada será como solía ser..” alcanzo a oír a mi lado a un señor que desconozco; es gordo y calvo, pero me inspira confianza y cortezmente lo saludo con mi mano, él acerca la suya pero no hay tal; es una mano delgada y sin remedio (como cuando un perro muerde el muslo de un pavo y un hoyo lo deja incompleto), con pocos movimientos, pero aún así no tengo miedo, y lo tomo con fuerza, él sonríe y yo también, de pronto el sueño se acaba y ya es de mañana. El cuerpo huele mal, me levanto y salgo de la cabaña, hace frío y el sol me da en la cara, hay un río cerca y me lavo, el cuerpo ha impregnado su olor en mi ropa; pero no pasa nada, el olor permanece, sigo oliendo a muerto. Al alejarme del río para ir a la cabaña veo en la punta del cerro que esta en el oriente a un coyote, que se mueve de un lado a otro acercándose lentamente; el olor ha llegado a las bestias, en ese momento me doy cuenta de haber dejado en la cabaña una ventana abierta y desde dentro de la cabaña se oyen sonidos, abro la puerta y hay un enorme cuervo picando al cuerpo por la espalada; el olor se intensifica. Trato de alejar al cuervo con un movimiento de mi mano, pero no pasa nada sigue con su pico enterrado en su espalda. Abro la puerta y el coyote, que acaba de ver, se empieza asomar curiosamente al lugar. Lo pienso un momento, me alejo de la cabaña y del cuerpo, determino dejar a los animales hacer mi trabajo. Mientras camino hacía el camino de tierra, alcanzo a ver mucha fauna atraída por el olor, mapaches y zopilotes; desesperados corren al lugar, el cielo que los cubre es hermoso y el ambiente huele a pino y a tierra. Llego a camino y me reconoce un hombre alto y medio ciego, me pregunta qué hago por estos rumbos, yo respondo que al día anterior me emborrache terriblemente y acabe por cerca del río. El hombre sonríe y me sube a su caballo. Pasando una colina se oyen disparos la mayoría de rifles como los que se usan cuando se va a cazar al monte. El hombre que me lleva en su caballo es mi tío, se baja de él y me da las riendas. “Vete corriendo, dile al cura que ya han llegado a la ciudad. Él es muy viejo, así que tienes que ayudarle a tocar las campanas de la iglesia. Anda, vete ya... por cierto mi testamento lo tiene él, que te lo de y te vas al pueblo de Santa María, busca al cura Fernandéz, es el mas joven a él se lo das” eso me dice mi tío, respondo con la cabeza, y él se va hacia donde se oyen los disparos. Mi caballo esta acostumbrado a los disparos y llegamos sin inconvenientes a la iglesia. Como la iglesia esta rodeada de piso de piedra, me bajo del caballo para no caerme con él, y corro hacia la puerta trasera de la iglesia. Toco la puerta y el padre se tarda en abrirme, le digo lo sucedido, y corro a tocar las campanas. El pueblo entiende lo que sucede y sonidos -algunos espeluznantes- empiezan a surgir; los hombres llevan escopetas, y las mujeres toman cosas y se llevan a los hijo a otro lugar. Las que son solteras o no tienen hijos se quedan en sus casas. Veo al esposo de Landy, que se dirige hacia algún lugar con su rifle y su caballo. Voy a la casa de Pablo, le pido su ayuda, me acompaña a la casa de Landy entramos por detrás, pero él se queda a vigilar. Landy es muy hermosa y tiene su cabello corto. Se sorprende de verme, pero yo no a ella y la volteo, le alzo la falda y la hago mía. Después doy un grito y Pablo sube, ahora es su turno. Vamos de casa en casa a hacer los mismo con las hijas o las esposas de los que mueren. La última es la hija de Juana pero se logra dar a la fuga, se nos escapa. Sin perder tiempo vamos con los carnereros, que tienen los mejores caballos, intentamos robarles tres, pero el menor se da cuenta y le dispara a Pablo, Pablo muere, pero yo logro robarme dos caballos, regreso a la casa de Landy y entro por el frente. Los sonidos de la batalla se oyen cada vez mas cerca. Me sorprendo; Landy tiene una pistola en sus manos y se dispone a dispararme, pero una bala de cañón destruye una de las ventanas. Tomo el arma de sus manos y la golpeo, queda inconsciente y la subo al caballo, también me llevo el arma, salgo cabalgando hacia el lado contrario de la batalla, el cura alcanza a verme y me señala con el dedo, el mas viejo de los carnereros me apunta pero falla. Avanzamos un momento y recuerdo el testamento de mi tío que tengo en el bolsillo, así que me dirijo hacia Santa María. Llego con el padre Fernandez, que me esperaba en la puerta de la iglesia, le doy el testamento y me alejo del lugar. “Nada será como antes...” alcanzo a oírle. Mi caballo necesita descansar y me dirijo a laguna, que esta cerca de ahí. “¡Cabrón!, esa es mi mujer” grita el esposo de Landy que esta del otro lado de la laguna. Saco la pistola y le disparo, pero no esta cargada, él toma su rifle y acierta dándome en la mano derecha, tomo una bala que tenía en el paquete e intento disparar, al primer intento acierto, él muere. Antes de que su esposa se levante, le ato con una cuerda. Mi mano sangra, sangra mucho. Tomo al caballo y a la mujer, me acerco al cuerpo de su esposo y le tomo el rifle y la comida que lleva. Se esta oscureciendo, pero me da tiempo de llegar a San Cristobal; es un pueblo grande y me podré perder con facilidad. Llego casi en la noche, los soldados están por todas partes, lo que significa que debo de ir a algún lugar pronto y esconderme, Landy se ha despertado desde hace rato y va conmigo sin ataduras, al ver el rifle de su esposo en mis manos entiende que está muerto. Oculto mi mano para que los soldados y la gente no se den cuenta, me ensucio la cara y el cabello, intento parecer viejo para que los soldados no me tomen y termine en algún cuartel como recluta. Landy encuentra una posada, yo sigo en mi papel de anciano. Ella me habla de “usted” como si fuera su padre; la posadera al vernos se desconcierta, pero al ver que traemos dinero con que pagarle, no dice nada; también nos acomoda en la habitación mas alejada. Mi brazo sigue doliendo y Landy lo revisa, me dice que la bala no esta dentro pero que la herida es un poco grande, fue un día cansado y mientras me cura yo me quedo dormido. Despierto sintiéndome un poco mejor, pero Landy no esta en la habitación, tomo el rifle e intento salir de la habitación cuando de repente aparece Landy abriendo la puerta y con bolsas con ropa. Soy mucho mas joven que ella, como unos diez años, si me ven con ella me arrestarían sin pensarlo, ella es de un cabello amarillo como oro y piel blanca. Agacho la cabeza, se que no llegare muy lejos, pero ella me apoya. Se oye a un niño gritar: “!Vamos, las fuerzas del gobierno han tomado a los rebeldes del poniente, todos los hombres de aquel pueblo en que se defendían han sido muertos en batalla o asesinados fusilados hace un rato!”. Landy me mira fijo y dice: “Ahora tienes muchos hijos que cuidar, los tuyos y los de Pablo, que son casi como si fueran tuyos. También el que yo tendré será tuyo. Tantos hijos, qué harás.”. No respondo, pero no me preocupo por el momento no puedo ir a mi pueblo.




Un viejo dice un poco borracho: “Dios. Eran la única esperanza, los asesinaron a sangre fría, incluso mataron al cura, fue uno de los primeros, y para acabar pronto ni siquiera les permitieron la atención de otro cura. Todos ellos ahora están en el infierno. Nada será como antes, todos tenemos familiares y conocidos en todas partes, alguien querrá venganza”. Nosotros estamos a un lado desayunando, tenemos bastante dinero y dos caballos buenos, en cualquier otro pueblo nos interrogarían, pero aquí no, este es un pueblo grande y las voluntades con dinero se pagan. Tengo una sensación extraña, por varios lugares se oye que el pueblo de tal se ha levantado, que los hijos de no se quien se han unido a la causa de tal y cosas así. En las afueras de San Cristobal los soldados han robado las casas de los indígenas, así que para allá nos dirigimos, yo traigo la pistola, y Landy el rifle. Llegamos a una casa que en ese momento tres soldados están saqueando. Me acerco, veo aun bajito que toma un palo y golpea a uno en la cabeza y cae inconsciente, un compañero saca rifle y lo intenta golpear, Landy le dispara, y yo le doy a su otro compañero, ambos caen y me acerco a darles en la cabeza. El hombre se acerca a mi para agradecerme, pero antes le doy en la sien y también a su esposa. Landy se acerca y me dice que esta es una buena tierra, y que nos conviene en estos momentos para ocultarnos. Enterramos los cuerpos y regresamos a San Cristobal. Los soldados buscan a los asesinos, pero creen que son los indígenas de los alrededores y arremeten contra ellos, esto ayuda a nuestra causa. Voy a buscar trabajadores; termino con quince en mi poder, y dos niños para criados, los cito en diferentes tiempos para no causar sospechas. Los indígenas no tienen escrituras y rápidamente voy con alguien que hace esos papeles, y le doy lo que pida, y el me da lo que es mío. Muchos indígenas fueron asesinados, así que tengo espacio, tiempo y dinero. Pasan dos años y parece que los conflictos han terminado. Y terminamos haciendo una hacienda, regreso a mi pueblo natal, encuentro un pueblo seco, muchas de las mujeres se fueron. También me acompaña mi mujer y mi hijo. Me acerco a la iglesia y pido las escrituras de lo que era de mis padres, pero no hay documentos, y nadie quiere la tierra, ni siquiera yo la quiero, pero compro el pueblo y visito a mis hijos, a sus madres les doy lo que es debido, y me despido. A este pueblo no volveré en mi vida. Regreso y mis tierras me tienen fastidiado, en estos últimos años la inclinación del monte me perjudica. No vendo mis tierra como quiere Landy, mejor compro una casa en San Cristobal. La vida se me hace tediosa. Pasan diez años, oigo que se esta construyendo una carretera hacia estos lugares. Son joven y me siento viejo, así que voy a ver con mis propios ojos lo que se esta construyendo. Pido hablar con el ingeniero a cargo, pero nadie me hace caso y me voy a mi casa. Uno de mis hijos consigue trabajo en la construcción, “invita a tu jefe a nuestra casa”, después de unos meses este por fin acepta; su nombre es Abraham y me dice que se avanza lo planeado y que es muy complicado trabajar ahí, ya que aveces hace mucho frió y aveces mucho calor; otras veces se complica el avance ya que hay demasiados cerros y la carretera da demasiadas vueltas. Yo le cuento de las batallas y los muerto, el dice que eso ya no sucede en ningún lugar y que lo de ahora es la construcciones de ciudades y edificios altísimos. Me quede impresionado por la forma en la que habla, le cuestiono todo y el responde a todo como si esperara las preguntas precisas para desenvolverse mejor.


“Nada volverá a ser como solía ser” dice mi hijo siempre que llega de la construcción. Poco después me llega una carta de un señor a que nunca he conocido, el nombre no me suena, la carta es de México; el contenido es sobre la situación que nos vincula, él es mi padre y me necesita. Esta asunto se vuelve mas complicado; Abraham me dice que este señor acababa de ser diputado, y que lo conoce muy bien, él estaba involucrado en la construcción de la carretera. Acompañado por Abraham voy a México y dejo a cargo a Landy. Nos recibe un señor que creo reconocer; gordo, calvo y sin mano, es el hombre que soñé cuando maté al esposo de mi madre. “Lo conozco?” le pregunto, el dice que nunca me había visto, no nos reconocemos como padre e hijo, pero eso somos estamos seguros. Somos diferentes; a él le gustan los papeles, a mi la tierra. “Tu madre es india, tiene sentido para mi” siempre responde eso. Mi decepción no incrementa, ni disminuye, él es lo que es, y yo lo que soy. Tiene mas tierras que yo y nunca ha disparado en su vida, sino que con la pluma logra lo que quiere. Tenemos algo en común, somos ambiciosos. “De nada te servirá, lo que tienes. Toso cambiara y si quieres ser alguien en esta vida, te ofrezco un puesto, con lo que eres te haré presidente municipal, mientras te instruyo y luego te haré gobernador.” me dijo antes de regresarme. Me moje los labios, no había sido una perdida de tiempo después de todo. Al llegar mi mente se abrió y no me sentí viejo; mejoré mi lectura, y mande a los hijos a la escuela.


La campaña fue bastante pobre, pero aún así ganamos, gané. Me volví presidente municipal. Con lo que sobro de la campaña compre una casa mas grande, y una en México para visitar a mi padre y mande a mis hijos. Tenía dinero sin necesitarlo. La presidencia municipal solo ayuda para prepararme para la gobernatura. Un día, cinco jóvenes todos diferentes pidieron solicitarme, se decían mis hijos. Lo único que les di, fueron puestos, el que quisieran, y razonando mejor la situación, mande a mis hijos legítimos al extranjero a estudiar. En cuanto podía iba con mi padre. Cada vez me hacia mas viejo, y no gané la gobernatura. Pero fui segundo al mando por así decirlo. Nadie sabe porqué pero la prensa cada día se volvía mas en nuestra contra y mandé a callarla; se encontraban cada vez mas periodistas muertos, quemados, pero todo funcionaba cada vez mejor. Un hombre se acerco a mí, había oído de mí, yo tenía cierto poder en cuanto a manejar a la gente y lo usé. Hubo un tiempo en que me sentía indestructible, cambiaban los partidos en el poder pero yo continuaba, inmutable y sólido. Nadie sabía de mi, y todos me conocían, pero me encontraron, me sentaron un día a juicio, yo no entendía nada y ya era muy viejo, me reía, yo lo había logrado todo.  Un joven al verme dijo: “ya nada volverá a ser como solía ser”. “Nunca lo ha sido...”, alcance a balbucearle con mi boca sin dientes y tomándolo por la mano derecha sentí como la vejez hacia cerrarme los ojos, hasta que caí al suelo. Amaba algo y no dejaría de perseguirlo hasta que lo conseguí. Observé su rostro, se sentía desconcertado quería verme morir y le sonreí, él era como yo.

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