viernes, 14 de enero de 2011

Luz de Flor / Rosa

Rosa
   Llegue a casa, busque mi llave entre los bolsillos de mis pantalones, y al ver que sería otro día en que no encontraría mi llave, me dispuse a tocar la puerta. Nadie me abrió.
En el diminuto hoyo en la puerta pude ver a mi mama y hermana jugando a la pelota, les grite hasta quedar afónica, mas ellos se portaban indiferentes. Al ver esto solo me di la vuelta y volví a la escuela. Llegue a tiempo al taller de dibujo, que era la clase que deseaba no tomar ese día, ahí estaba Chuchin y mis compañeros que esta vez ni siquiera me miraron, eso era raro. Y aún al tipo que le gusto, ni una mirada me echo. Los empuje. Pero mis manos no sintieron su camisa ni su chamarra, y se retiraron rápidamente a terminar de trabajar. Aquel día se sentía el aire frío desde las once de la mañana. Me enoje tanto que los quería mandar a la fregada.
Me dio un fuerte escalofrió, y saque el suéter de mi mochila; me lo puse, más el frío seguía. Quise entender la situación con teorías que me adjudicarían que algo había hecho mal; pensaba que tal vez le habían dado una mala noticia al grupo que los conmociono tanto que no les surgía ganas de hablar con los demás, pero por qué entre ellos si se hablaban, tenía que ser otra cosa, talvez era otra de sus bromas. Me dispuse no hacerles caso y terminar mi trabajo.
“No entiendo, no entiendo…”, me decía al caminar por la calle de Azucenas y la Av. Guadiana al salir de nuevo de la escuela.
Volví a tocar, gritar y al final esas puertas de mi casa nunca se abrieron. Eso era algo que nunca había sucedió. Ver a la gente caminando en la calle era mi único consuelo. Tenía hambre, pero no dinero, y como soy de poca vergüenza, le pedí a la gente que por ahí se acercaba una moneda o dos. Pero mí llamado a nadie animo. Estaba enardecida de coraje por no quitarme mi frío y mi hambre, parecía uno de esos días en los que todo sale mal.
De la desesperación hasta rompí los lentes a un anciano, para ver si me gritaba o me preguntaba el porqué de mi actitud, pero al ver su mirada por el acontecimiento, el cual solo me ignoro completamente, y mi deseperación continuo.
Tal era esta desesperación que saque unas tijeras de mi mochila y empecé a amenazar a la gente, pero también inútil. Con todo esto en mi cabeza junto con mi gran torpeza, mi enojo, mi hambre, mi frio, me enterré las tijeras en mi pierna; así que, grité y grité, sangré y sangré. Y sentí alivio de la gente que no me había hecho caso, ahora si lo tenía que hacer. Recordé a mi mama. Así que desesperadamente me fui corriendo a mi casa con la pierna desangrando. En el camino me encontré con un gran cierre de calles por unos policías. Tome otro camino. 
El tiempo transcurría mientras yo corría. Llegue a mi casa, mas mi mama no estaba, de igual manera mi padre y mi hermana. No entendía lo que pasaba. Volví a correr entre las calles tratando de encontrarlos, entonces me olvide de mí y mi pierna. Pude ver un tumulto de gente en donde estaba el cierre de calles.Qué rayos sucedía, maldito día. 
En eso vi a mi familia llorando, excepto a mi hermana que estaba siendo tapada de los ojos por mi madre. 
Me acerque lo más posible, y pude ver unos pies descalzos y blancos, entintados de rojo, me acerque un poco para ver su rostro; ahí estaba, totalmente desfigurado junto a un gran número de carros abultados entre si, que chorreaban aceite y expedían humo. 
Cambie mi mirada hacia mi rodilla, en donde ya no había herida. E inmediatamente quise recordar lo que hice después de salir de la escuela, pero me di cuenta que yo era esa persona, esa persona que estaba tirada en el piso. Yo sabía que esto era muy raro y difícil de comprender, pero eso lo solucione rápidamente. Yo estaba muerta y eso no se iba a solucionar, así que esos escalofríos y fríos tremendos que me dieron a las once eran porque yo había terminado mi vida en aquella mañana en la que tenía taller de dibujo, hambre y enojo. Lo que no se ahora es qué hacer, a dónde dirgirme; no siento nada y el viento se vuelve pesado y me desintegra.

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