jueves, 9 de febrero de 2012

Memento mori / Pudendum femininum


 Pudendum femininum

Porqué no saldrá Nancy, porqué no me abre la puerta. Siempre espero de cinco a diez minutos fuera de su casa, mientras el vecino de al lado me mira feo y no deja de mirarme hasta que Nancy me abre la puerta y puedo entrar. "Ven en las mañanas" siempre me dice eso, y yo siempre voy. 

Pero me molesto poco tiempo, al fin y al cabo ya se a lo que vine; le gusta hablar, yo sonrío y escucho como si me importara. Después, me invita a sentarme y vemos que hay en la televisión, pero no hay nada, y si hay algo interesante espero quince minutos o al segundo comercial para acercarme a ella, besarle la panza y sonreír, desabotonarle -como incidentalmente- un botón de su pantalón, se excita -lo veo en su rostro-, sigo besándole hacia bajo, siempre mas a bajo, hasta que encuentro su clítoris y lo beso como si le estuviera besando su boca, se excita y le avergüenza. Sigo besándola durante unos cinco o diez minutos y me atrevo a tocarle los senos. Se contorsiona graciosamente y es el momento -como si fuera una señal- en la que puedo hacer lo que yo quiera con su cuerpo, durante las siguientes dos horas será mi esclava, y no pensaré en ella, ni en lo que me dijo sobre su novio, ni en sus problemas del trabajo, ni sobre lo que le duele que su hija no este con ella mientras el padre goza al verla crecer. Yo soy, en ese momento, lo que quiera ser; a veces soy un domador, otras un pedófilo, la mayoría de los casos un necrófilo, un violador, un degenerado, un seductor, un animal, incluso a veces me pongo en mi papel; me excito sabiendo que ella es madre, que tiene novio, que estuvo casada, que tiene una casa a su nombre, que tiene veintinueve y yo dieciocho. Y recuerdo, casi siempre cuando le penetro el ano, lo excitado que estaba cuando le vi el culo por primera vez; ella salía del  vagón del metro, vestía un traje negro y unas zapatillas altas que le alzaban el trasero, la mayoría de los hombres al verla salir no quisimos mas que verlo. La seguí, no tenía nada que perder, aparte se dirigía como si fuera a mi casa. Hubo un momento en el que totalmente tenso y nervioso, me le acerque y le pregunte su nombre, me dijo sonriendo que era Nancy, también le pregunté si le molestaba si la acompañaba, al fin y al cabo mi casa estaba hacia el mismo lugar; ella acepto y me habló sobre su vida y yo sobre la mía. Al llegar a su casa tuve una erección de la que ella se dio cuenta, me sonrió, y le sonreí. Me preguntó si quería pasar, le dije que si, ella entró primero y no deje de verle su hermoso culo. Era mas alta que yo y con las zapatillas era aun más. Pasé a su baño y al salir se estaba preparando para comer, “esta con su padre” hablaba sin detenerse. Yo miraba sus pechos que eran hermosos, me le acerque y la tomé por la cintura, le olí el cabello, le besé la mejilla y ella volteó, la besé en la boca y ella continúo. Yo no tenía miedo, era feliz y me excitaba a cada vez más. Se detuvo y me dijo que me tenía que ir. En vez de eso me saque el pene, y se lo acerqué a una de sus manos, lo tomó, bajo y se lo puso en la boca, me corrí, ella ya sabía que hacer. Quedamos en vernos cada viernes. Yo tengo escuela, pero no me importa.

En la escuela no pasa nada, todo esta muerto, mis compañeras se me hacen simples y las platicas y comentarios tediosos. Al llegar a mi casa, soy el hijo al que se le quiere por ser obediente. Ayer en la escuela Alejandra me tomó del brazo, me cuestionó sobre mi persona, le reste importancia, al final del día, la acompañe a esperar su case de pintura, nos sentamos y platicamos, una buena platica; hablábamos de todo y nada. Yo tranquilamente la miré, estaba enamorado y ella también. “Creo que debemos terminar” dije, para ambos fue un golpe lo que acaba de decir. Todo o nada siempre había sido mi forma de pensar. Ella me miró, me dijo que estaba bien, mejor ahora como amigos a terminar odiándonos, sonreí con ella. Ella no creía nada en lo que decía, ni en lo que yo decía. Continué sonriendo y le invité un helado, su clase comenzó, pospusimos el helado, me despedí, se despidió. Hoy es viernes, y mi culpa se ha ido. 

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